La capital de Bavaria ha sido el escenario del maratón número 27 de nuestro corredor favorito. Mientras España celebraba la Fiesta Nacional, el 12 de octubre de 2025 celebramos nuestra particular fiesta maratoniana.
El maratón de Múnich 2025 ha sido el undécimo del corremarido en el extranjero (el quinto en tierras alemanas) y lo vamos a recordar como el maratón de los cencerros. Enseguida os contamos por qué.

En esta ocasión hemos viajado un corredor y ocho correanimadores, que le hemos seguido por la ciudad durante sus 42 kilómetros y le hemos aplaudido en seis puntos, lo que no está nada mal.
La feria del corredor
La recogida del dorsal y la feria del corredor es en Olympiark, un parque en las afueras con colinas construidas sobre desechos de la Segunda Guerra Mundial, con un estadio olímpico cuya cubierta simula la carpa de un circo y una torre de comunicaciones.
Es una feria pequeña, sin muro con los nombres de los corredores ni un lugar para firmar. En los puestos del patrocinador hay ruletas con premios como chuches, calcetines o monedas que puedes canjear por cosas como una impresión en la camiseta (la nuestra fue bastante rudimentaria, letra a letra y con tipografías distintas) o una manicura.
Lo mejor fueron los productos de animación que regalaron mientras hacíamos cola en la ruleta: unas manoplas gigantes y unos cencerros que nos llevamos para todo el grupo, no fuera que nuestro corredor no nos oyera el día del maratón.

Dibujamos también pancartas, aunque nada que ver con las que veríamos el día de la carrera: aquí se las curran con fotos y cartones grandes, como nunca habíamos visto hasta ahora.
El maratón: salida olímpica
La salida y la llegada del maratón de Múnich es en Olympiapark, que está muy bien comunicado en metro. Llegamos poco después de las 8 de la mañana -la salida es a las 9- y nos encontramos con que a los pies del pirulí están todavía subiendo las banderas a los mástiles (sin prisa, oiga).
La forma de llegar a la salida no está indicada (de hecho preguntamos dos veces y cada vez nos mandan en dirección contraria), pero finalmente conseguimos dejar al corremarido en su cajón y colocarnos poco después del arco de comienzo.

Mientras esperamos vemos a la ardilla que hace de mascota para la candidatura a los Juegos Olímpicos de 2040. Poco después pasa nuestro corredor, al que ya le sobra el chubasquero y nos los lanza.
La carrera correanimadora
Empieza entonces la carrera correanimadora: hay que volver al metro para intentar llegar al kilómetro 6 (parada de Universitat) antes que lo haga el corremarido.
Tenemos por si acaso a un destacamento del grupo allí, pero el metro pasa bastante a menudo y conseguimos llegar justo a tiempo para verle en nuestro segundo punto correanimador.
Estamos en la calle Ludwigstrasse, donde los corredores pasan varias veces durante la carrera. Cruzamos justo enfrente (aprovechamos la parada de metro) y estamos en el kilómetro 11, nuestro tercer punto correanimador.
Mientras le esperamos, vemos varios corredores disfrazados: de plátanos, de Triqui (el monstruo de las galletas) y de gallina. Otro lleva un cohete a la espalda, como si se hubiera escapado de la mascletà de Valencia.
Ruido y más ruido
Jaleado nuestro corredor, cogemos el metro en Universitat hasta Arabellapark, el kilómetro 26. Aquí desplegamos a lo grande todo lo que llevamos: la bandera de la Comunitat Valenciana, la de España, las pancartas, la foto de los que no han podido venir a correanimar, los pompones, las manoplas, las bubucelas y, por supuesto, los ocho cencerros.

Hemos hecho una encuesta interna de cuánta gente nos va a reñir por el ruido que hacemos (como nos pasó en el maratón de Lyon), pero hemos de decir que ninguno acertó: nadie nos riñó.
Tampoco es que los corredores nos hagan mucho caso: pasan y apenas miran. Algún despistado nos dice ¡Viva España! Pero aquí están muy concentrados en lo suyo.
Chocamos la mano al corremarido, le gritamos muchos ánimos y nos volvemos al metro para ir a Odeonplatz, donde dividiremos el grupo para tener más puntos de correanimación.
Metro a tope
Los más jóvenes salen a la calle en Odeonplatz, por donde pasa el kilómetro 36 del maratón. Se nos despistan un poquito, porque a la vez está corriendo el medio maratón y se colocan donde no toca, pero rectifican a tiempo y ven pasar a nuestro corredor.
Mientras tanto, el resto hacemos trasbordo hacia la parada de Olympiazentrum, donde va a terminar el maratón, el maratón de relevos, el medio maratón y la 10k. En total se juntan 28.000 corredores.
En el metro charlamos con una chica vasca que lleva cinco años viviendo en Múnich y va a animar a varios amigos. Al ver nuestras sudaderas del runclub con frases en español se ha acercado enseguida a saludarnos.



Salimos del metro y seguimos los carteles de Sealife para llegar a la meta, junto al lago olímpico, pues tampoco indican cómo llegar. Hay bastante gente, pero con un poco de paciencia conseguimos colocarnos en primera fila para grabar la entrada del corremarido.
Incluso los jóvenes, en un metro abarrotado al que entran casi a codazos y la animahija hace como si no entendiera el alemán, llegan justo en el momento en que unos espectadores se van y les dejan libre la primera fila para ver la llegada del corremarido a la meta.
La aplicación del maratón de Múnich ha funcionado muy bien, hasta que justo al final se cuelga, pero debe ser por el mogollón de gente que estamos reunida aquí.
La posmeta
Si la salida estaba poco organizada, la posmeta menos aún. Desde que el corremarido entra en meta hasta que consigue salir a donde estamos esperándole, pasa casi una hora.
Pero llega feliz con su medalla de colores, le damos globos con el número 27 y nos hacemos la foto de grupo para el recuerdo. Salimos de allí en Uber, pues vistos los ríos de gente subir al metro debe ser misión imposible.
Mientras esperamos nos oye hablar un chico y se acerca a decirnos que le gusta mucho España -en concreto Mallorca– y que ha corrido el maratón de Barcelona. Le decimos que tiene que correr el de Valencia, que es el mejor.
Con otro maratón en el bolsillo, solo cinco meses después del maratón de Praga, nos vamos a acabar de ver la ciudad. Os dejamos algunos consejos si venís a Múnich de turismo.
Turistear en Múnich
VISITAR:
- Marienplatz, el corazón del centro histórico, con el Neues Rathaus (Nuevo Ayuntamiento) y su reloj carillón que suena a las 11, 12 y 17h y el símbolo de la ciudad, un monje, en lo alto De la Torre.
- Viktualienmarkt, el mercadillo de comida pegado a Marienplatz, donde puedes comprar comida y sentarte a comer allí y beber cerveza.
- Frauenkirche, la catedral con sus dos cúpulas bulbosas verdes y la huella del diablo en la entrada.
- Residenz, palacio que fue residencia de los Reyes de Baviera, con patios abiertos al público. En la entrada hay unos leones con unos escudos, donde se toca el hocico para tener suerte.
- Englischere, parque urbano más grande que Central Park, con los surferos del Eisbach y la Torre china, a cuyos pies hay una gran terraza cervecera.
TRANSPORTE:
- Hay varias líneas de metro que pasan con mucha frecuencia. Existe un billete de día de grupo (de 2 a 5 personas, los niños cuentan como medio) que sirve para todos los transportes (bus, metro, tranvía) y vale 18€ para moverse por la ciudad, 30€ para llegar al aeropuerto. Se compra en las máquinas del metro.
COMER:
- Hofbräuhaus, una de las cervecerías más antiguas de Múnich (Platzl, 9). Techos pintados, casilleros para las jarras de los socios. Entras, te sientas donde veas sitio (se comparten mesas) y te sirven. Comida bávara y cerveza de 1 litro.
- Haxengrill. Muy cerca del anterior (Sparkassenstr. 6). Codillo muy bueno, cerveza de 1 litro.
- Kleine Villa Flora. No es céntrico (Tubinger Str. 19), pero si está cerca de vuestro alojamiento es como una casa de montaña en medio de unos huertos urbanos y con terraza. Los domingos es el día del schnitzel.
VUELOS:
- Norwegian vuela directo desde Alicante. Como teníamos puente festivo en la Comunitat Valenciana, salimos viernes y volvimos lunes.

