Lo confieso: yo no corro. No me llama para nada la atención. Es más, soy de las que cuando corren para coger el metro casi se ahogan. No entiendo de geles ni de sales. Lo mismo me dan unas zapatillas que otras (total, para lo que las uso …). No sé si soy pronadora o supinadora, ni a cuántos minutos hay que correr un kilómetro para hacer una carrera en el tiempo deseado.
Pero cuando hace seis años a mi marido le dio por empezar a correr (debió de ser eso que llaman la crisis de los 40), había dos opciones: dejarle a su aire, o acompañarle en lo que ha demostrado ser un peculiar mundo. Y por aquello de que la familia que corre unida, permanece unida, mi hija y yo hemos estado en prácticamente todas las carreras (van ya 69) en las que nuestro corredor ha tenido a bien inscribirse.
La madre de las carreras
Porque primero fueron carreras cortas, luego medios maratones y finalmente, cómo no, llegamos a la madre de todas las carreras: los maratones. Empezó a correrlos en nuestra ciudad, València, pero como los corredores siempre quieren más, hemos estado en maratones de otras ciudades españolas (Madrid, Barcelona, Sevilla y Castellón).

También hemos correanimado en el extranjero (París, Berlín, Colonia, Hamburgo y Viena). Vamos, que en esta familia practicamos el turismo maratoniano, e incluso hay amigos que aprovecharon para unirse a las expediciones y han acabando formando parte de un runclub que cada vez es más amplio.
Mucha gente me pregunta si no me animo a correr. Mi respuesta siempre es la misma: alguien tiene que estar animando y haciendo las fotos y los vídeos para tener un recuerdo de las carreras.
Berrear, fotos y vídeos
Con la experiencia de estos años, he llegado a un punto en soy capaz de berrear gritos de ánimo a la vez que con una mano grabo un vídeo y con la otra hago una foto. Sé colocar los dorsales de forma centrada en las camisetas, hacer pancartas, montar vídeos y ubicar a mi hija en el mejor lugar para que entre de la mano de su padre al final de una carrera.
Creo sinceramente que me he licenciado en esto de correr a animar. Y una de las dificultades con las que me encuentro siempre que vamos a un maratón en una ciudad desconocida es cómo organizarme para llegar al mayor número de puntos posible para animar a nuestro corredor.

Estar en la salida y en la meta es una de nuestras premisas irrenunciables, pero si entre medias se puede estar en varios puntos, alguno de ellos a partir del ‘muro’ del kilómetro 30, tanto mejor, aunque sin arriesgarse a no llegar al kilómetro 42. Lo cual no es ni mucho menos fácil de organizar.
No corro (carreras), pero corro a animar
Hasta ahora lo hemos conseguido, y por eso he pensado que estaría bien compartir unas experiencias que a mí me hubieran venido muy bien cada vez que me he enfrentado al mapa de una ciudad que no conozco, dándole vueltas y más vueltas y estudiando a la vez el transporte público . Muchos de los detalles de esas carreras para animar se me han olvidado ya, y por eso voy a empezar por las más recientes.
Ya os lo decía al principio: yo no corro. Pero corro a animar. Y en esto, os aseguro que mi mejor marca personal no es nada desdeñable. Bienvenidas y bienvenidos al blog de quienes se dedican a correr a animar.
